En Navidades siempre aprovechamos para hacer excursiones y
este año tocó conocer Vejer de la Frontera. Es un pueblo precioso, nos encantó.
Subimos a la zona amurallada y recorrimos sus calles estrechas y adoquinadas,
llenas de casas antiguas con las puertas siempre abiertas. Allí, además, visitamos
el Museo de Usos y Costumbres.
Después de comer, estuvimos paseando por otras zonas del
pueblo y una amable señora –cercana y familiar, como es frecuente en estos
lugareños- nos invitó a ver su casa de vecinos, la cual había recibido más de
un premio en diferentes concursos de patios.
El tiempo en los pueblos se ralentiza, es como si las
manillas del reloj allí siguieran un ritmo distinto, más pausado, más calmado.
La serenidad y el estatismo del pueblo versus
la vorágine de la ciudad. ¿Qué preferís? Besos.
Nuri: Muy bonitas las fotos. Vejer es un pueblo con mucho encanto, merece la pena visitarlo. Siempre encontrais un gatito que fotografiar. Besos.
ResponderEliminarLa ALmu: que maravilla, viajar con un fotógrafo cuasiprofesional es un gustazo. Vidal como alguien de la Delegación de Turismo del Ayuntamiento de Vejer visite este blog date por plagiado, el próximo cartel promocional de la ciudad es tuyo. Yo a estas alturas de mi vida y con la cartera vacía sin duda prefiero el estatismo del pueblo, ya no necesito Area Sures, Hipercores ni Salas Macaos. Quiero cantares de pájaros, paseos por calles peatonales y buenas vecinas que me inviten a un plato de sopa de tomate. Pero si se puede elegir, uno con menos cuestas. Un beso, me encantan las fotos.
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