Continuamos con el día en que celebramos nuestro particular
Amigo Invisible. Después de la merienda, con la barriga llena y al abrigo de la
chimenea, nos dispusimos a abrir los regalos. En primer lugar se amontó sobre
la mesa una enorme montaña de paquetes destinada a los niños. Todos los kuaritos los abrieron ilusionados y
expectantes. Y luego, llegó el turno de los adultos. El nombre de cada uno de
nosotros fue cantado y ovacionado mientras desenvolvíamos nuestros regalos. Los
había para todos los gustos: serios, divertidos, ingeniosos, originales,
absurdos, picantes… Y entre regalo y regalo, muchas, muchas risas. Fue un día
estupendo. Besos para todos.